Hoy es el día de la música; el gran día de Heineken, el día en que se pone de manifiesto que los mejores grupos han tocado en Madrid, mientras que en Barcelona se han quedado los buenos, que no cabían allí; aunque algunos se han pegado la paliza de ir de Madrid a Barcelona en cuestión de 5 horas.
Ha pasado un año ya de mi primera vomitona; curioso por la edad que voy a alcanzar. Se conoce que al hacernos mayores los cuerpos no aguantan tanto; será que no se puede mezclar pacharán, chupitos, sangría de la ovella y cubatas a mansalva; será que los disgustos que nos da la gente se psicosomatizan y nos hacen darnos cuenta de que en realidad conoces a las personas lo justo que ellas quieren.
Siguiendo en la tónica de saltar de un tema al otro, como en una suerte de pensamiento hipertextual pienso en que si soy feliz, cómo es posible que haya personas que no lo acepten y se dediquen a juzgar a los demás a la ligera. Me quedo con la frase de maligna: “cómo es posible que la gente no se meta con alguien que está zurrando a otra persona y si lo hagan con alguien que lo único que hace es mostrar que se quiere en público”. Lo curioso de todo es que no hace ni un año que he salido oficialmente del armario y las situaciones de acoso y (por suerte) no derribo han sido varias, a cual más extravagante:
TOP 5 de
1. BCN. Para que sirven los hombres… momento estelar de abarbatamiento callejero en el que un energúmeno se agarra el miembro y nos persigue entonando cántigas… Para pagar las fantas amigo…
2. PALMA. Cogiditas de la mano. Señora de aspecto Popular (no de famosa, si no del partido) se aproxima y cuando se halla a la altura de ambas, pronuncia esa frase como si estuviéramos cometiendo un crimen contra la humanidad. Si señora le prometo que guardaré todos mis óvulos en el tarrito para que no se pierda ni una sola vida humana.
5. PALMA. En el paseillo de la tarde nos llaman Tortilleras abiertamente.
Es curioso, pero en ninguna de las 5 situaciones se produjo enfrentamiento. Tal vez por eso lo hagan, les ampara el que no se quiera caer en su mismo juego, el que no