Hoy estoy reivindicativa; porque resulta que el et altri siempre va después del nombre principal, aunque a veces es al revés el et altri es más importante que el protagonista principal.
Me doy cuenta a estas alturas de publicación de post en el blog que la terapia se ha acabado y que ya no tengo que exteriorizar tanta chorrada como antes; que en el fondo si Freud levantara la cabeza seguro que detectaba, a la par que mi madre, algún desorden de tipo sexual, más que de otra cosa.
La cuestión es que estas últimas semanas me noto yo más viajera de lo habitual. No porque haya querido, sino más bien por obligación (a excepción del de la semana que viene… que hace tiempo que no como ensiamadas, que mi hermano últimamente no se estira demasiado… sólo piensa en su piso).
Así que viéndome inmersa en una espiral incontenible de trabajo me fui a Madrid del 19 al 21 de Noviembre y del 1 al 3 de Diciembre.
Madrid… De profesión cateta… (19-21)
Ya se sabe que las primeras veces siempre son las más duras (o no). La cosa es que yo no soy muy dada a viajar y mucho menos a viajar y parecer una persona adaptada a los tiempos y las circunstancias, que me disocio muy rápidamente. Así que si de repente alguien me pide que me convierta en una ejecutiva atemporal, lo normal es que reaccione de la peor de las maneras: yendo a un hotel de 4 estrellas con mochila y vestida de activista, converse enfundadas y bandolera verde. Pero que nos hemos pensado! jajajajajj
El problema de la disociación y el cosmopolitismo tardío (lo mío ha sido a una edá avanzada :p) es que parece ser que la sociedad no lo acaba de encajar del todo bien, y los primeros en hacerte sentir incómoda son los propios agentes servicio.
Momentos que se podrían destacar:
1. Llego tarde al AVE. La falta de previsión me jugó una mala pasada; casi no llego. Durante el trayecto pensaba en que irremediablemente tendría que comprar otro billete y me estaba entrando ardor de estómago sólo de pensar en aflojar la mosca.
2. ¿Eres de Medio Ambiente? Llego a Madrid y la delegación al completo contempla mi disociación. De donde vendrá esta pordiosera, con piercings y pinta de kinki? Pues de Barcelona, chulapos. A ver si aprendemos a usar el Complemento directo…
3. Como coño va la luz de la habitación. Esto ya fue marca de la casa. No sólo tuve que soportar la mirada de recelo del recepcionista al verme entrar por la puerta con una mochila. Se comenta que en Madrid desde el 11-M la gente no es la misma… pero vamos… que tengo pinta inofensiva y hay miradas que una se puede ahorrar de soportar… Así que me da la tarjeta de la habitación; subo y después de un pequeño problema logístico con la entrada de la habitación. Sí no supe ni como se habría la puta puerta de mierda! Entro en la minisuit, paraíso de las almendras y el toblerone.
Pero claro, esta habitación está rota señor de la recepción, que la luz no se enciende bajo ningún concepto. Uso su vocabulario chulapo para que me entienda, sí?
Dios mi pobre cerebro exhausto no dio con la ranura de la luz azul. Vamos que para que sirve eso más que para adornar?! Lo cojonudo es que para poder llamar por teléfono, preguntar y quedar como el mismísimo Paco Martínez Soria, tuve que encender la televisión palpando. Lo pienso y aún me río.
4. Ceno y me tajo con 4 desconocidos. A ver lo de desconocidos queda un poco a las bravas. 2 eran conocidos (y dicen las malas lenguas que están enrollados), 1 era una sosa y el otro un encanto. Me bebí una Heineken y un montón de vino. Resultado: una llamada semi comatosa con lagunas mentales… espero no haberme puesto demasiado tierna….
5. Abandono el hotel y no conozco Madrid. Me llevo otra mirada desconfiada de la recepcionista de la mañana que me exige pague mi deuda nocturna. Ya se sabe que el servicio de habitaciones tenía un precio, como la muerte.
De ese viaje aprendí varias cosas… la más importante… si hubiera mirado cine de barrio el fin de anterior otro gallo cantaría.
A.
lunes, 8 de diciembre de 2008
Et altri, Madrid
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