domingo, 10 de mayo de 2009

Pita mucho que no te escucho


Ayer me tocó un viaje. Bueno más que tocar, “gané” un viaje, aunque si lo miramos por el lado de la telerrealidad (entendida como distancia real), gané 2 viajes. Esto no tiene nada que ver con las drogas, los tiros o el alcohol, es algo más bien puro y casto. Ahora la duda es dónde coño ir, ya que con quién está más que claro. Y es que antes de elegir un destino se me plantean varios interrogantes…

 

El escollo más importante que habrá que superar es el idiomático. Teniendo en cuenta que mi dominio verbal en otras lenguas es más bien de carácter inexistente, esta mañana me he empezado a preocupar. Por ejemplo, cuando sales fuera (extranjero), lo más normal es que te alimentes. Sin tener en cuenta las cenitas románticas a base de patatas ruffles al jamón, gominolas, agua y pandilla drakis, ideales para encierros erótico festivos.

Claro, teniendo en cuenta, que mi nota en la selectividad con la lengua del imperio fue de un 2 tirando por lo alto, me imaginaba pidiendo un plato de pollo con patatas fritas. Hasta ahí podemos llegar, aunque tengo mis dudas gramaticales, por que cómo lo podríamos decir… Chicken Run with potatoes, potatoes with Chicken, MC Chiken Run…. (Mi madre acaba de informarme que hoy comeremos pollo a l’ast)

 

Mi vocabulario es tan limitado, que dudo que pudiera comer algo diferente a pollo, pastel, patatas, tomate o café. Luego está el tema de pedir la cuenta y el gesto universal o las expresiones que pueden transmitir malestar o disconformidad como Get lost, o fucking bastard, que se pueden combinar y dar lugar a frases como Get lost fucking bastard. Tendrás que escoger tu. :p

 

El viaje es un gran premio, teniendo en cuenta lo accidentada de esta semana. Resulta que después de sacarme el carné (que me costó un huevo) me compré un coche, mi tartanilla, es un peugeot 206 color cobre (lenguas viperinas dicen que es naranja butano).

Además de tener oscuras perversiones con los asientos traseros, la verdad, es que para ser de segunda mano, no está mal.

 

Al principio me costó pillarle el rollo, porque no es lo mismo diesel que gasolina, y me deprimí; pero ahora hasta me atrevo a pitar a los pijos de mierda de Sarriá, que acompañan a sus hijos de 17 años a la puerta del colegio y hacen caravanas interminables en calles estrechas.

También soy capaz de proferir insultos del tipo: puto temerario de mierda ojalá te estampes; tio gilipollas, para adelantar un coche haces eso; hay que joderse que coño más gordo tiene la tia; desgraciado, no te atravieses de esa manera y podría seguir, porque así como con el inglés soy un completo desastre, la naturaleza me ha dotado de una extraordinaria capacidad para el insulto en español (por cuestiones que no vienen al caso, mi lengua materna es esa y claro las combinaciones suelen ser más ricas jejejej).

 

Así, en la seguridad de mi habitáculo, una llega al trabajo más suave que un guante porque se ha dedicado durante 20 minutos a exteriorizar lindezas durante la conducción.

Pero el otro día me asusté, el miércoles cuando hacía mi recorrido habitual (no había insultado a nadie todavía) y me iba a incorporar a la autopista casi me estampo. Tenía un hueco inmenso y empecé a acelerar, total que un listo se quiso cambiar del carril central al de la derecha a la vez que yo entraba por el carril de aceleración y tuve que pegar un frenazo. Después de cagarme en su puta prima como 2 millones de veces, me reincorporé temblando y seguí mi camino, eso sí, aquel día no insulté a nadie. Se conoce que me acojoné tanto que las pirulas de los demás pasaron desapercibidas.

 

Vamos que la moraleja es el plan DGT:

1. No me extraña que la gente se estampe, porque hay cada gilipollas suelto con el coche que es para darle 2 buenas hostias. Si queréis lo digo en plan pedagógico. Cárcel es poco para los infractores y la reeducación vial no sirve de nada.

2. Tener el carné es una responsabilidad bastante grande.

3. Pita mucho que no te escucho.

 

A. 

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