lunes, 28 de julio de 2008

Aiva que chorrazo!

Hoy me he acordado de “The wishmaster” además del hijo de la Infanta Elena, por aquello del de Todos los Santos. No es que la película me gustara, tampoco la monarquía, sino más bien todo lo contrario, me parece en general un truño (como un puño). Pero la frase, o mejor dicho, el leit motiv del film en cuestión no deja de repetirse en mi cabeza como una musiquilla con retintín: “Cuidado con lo que deseas”.

Nada lascivo. O sí, pero eso lo dejamos para el horario no infantil, que Internet debería ser como la televisión, a según que horas no publicar según qué contenidos. Mi idea de lunes de hoy no se parecía ni remotamente a lo que ha acabado siendo, y es que ya se sabe que los meses de julio y agosto son algo tediosos; el volumen de faena disminuye a niveles que permiten dedicar más tiempo al ocio y la navegación virtual, que a otra cosa. Y por si eso fuera poco una recibe los correos como agua de mayo, deseosa de que le reporten alguna tarea que suponga más de 5 minutos de dedicación. Quin desesper!.

Total que esta mañana el despertador ha sonado, como viene siendo costumbre, a las 6:45 am y Lídia con un cierto hastío, y bastante sueño, se ha levantado, duchado, preparado el Tupper y salido zumbando de casa. La música en on y el libro por la página 99. Por un momento Lídia ha deseado que le ocurriera alguna catástrofe poco nociva para su organismo, tal vez un dolor de cabeza o una indisposición para evitar tener que acudir a su puesto en el que últimamente hace más frío que otra cosa. Sólo ha sido un momento; LO JURO!.

El recorrido de su casa al trabajo no suele revestir ninguna dificultad o peligro adicional: nada de pasos de cebra con visibilidad reducida, puentes levadizos o pasos a nivel; los viejecitos se han convertido en obstáculos a esquivar y mantenerse de pie sin aferrarse a las barras de sujeción del metro es un hobbie. Todo es ideal en su “in itinere”.
Pero ella tiene una forma personal de entender el peligro y en su particular búsqueda intrínseca de emociones fuertes ha decidido que el descenso libre del escalón podría ser un nuevo deporte olímpico.

Llegaba tarde otra vez. OTRA VEZ! Y en mis ansias de volar, no me he percatado del grado de inclinación de las escaleras. Así que después de evitar que el chico del metro me diera su diario gratuito y descender vertiginosamente los 5 primeros escalones de la entrada de los FGC de la calle Pelayo he creído conveniente poner en funcionamiento el mecanismo de retropropulsión de las converse, con tan mala fortuna que he resbalado. Nota mental: la caída descontrolada es dolorosa.

Los 30 escalones siguientes y 6 metros de altura en pendiente han sido recorridos por mí en horizontal y sobre el Tupper y el libro de Harry Potter. Las gafas no se han roto de milagro y el suffle seguía sonando al ritmo de la hostia. Mientras caía me he acordado de Pronto (el limpia maderas) y del anuncio de la mujer que se deslizaba encima de la mesa. 10 segundos imparables e impagables al vacío que me han parecido eternos y algo molestos. ¡Estoy viva! Y es un milagro.

Lo siguiente se puede definir como un estado shockhumoroso. Me dolía mucho la rodilla. Era insoportable! Creía que estaba rota y he empezado a pensar en todas las cosas que no se pueden hacer con una rodilla en ese estado: irse de vacaciones y disfrutar en el patinete de la playa, sacarse el carné en septiembre, andar normalmente, ir el sábado al razzmatazz; la tragedia se ha cernido sobre mí como una losa de cemento.
La gente me preguntaba si me dolía la cabeza, si no estaba mareada, si quería que llamara a una ambulancia. No los escuchaba sólo podía pensar en mi pierna y en mi.

Finalmente, cuando han encontrado a alguien a quien llamar de los FGC, he salido de mi ensimismamiento catastrofista y he avisado al trabajo. Mal asunto ya que todo el mundo estaba en la puerta haciendo el piti; así que lo que de mi torpeza es universal se ha ido extendiendo más y tendiendo a infinito positivo.

Luego han llegado los de la ambulancia y me han subido a la superficie terrestre haciendo el sillón de la Reina. Espantoso ridículo el mío, que por si no había tenido bastante con la caída de especialista secundaria, me hacen el trono en pleno centro de Barcelona. Por un momento me he sentido como la Sagrada Família con todos esos turistas japoneses haciendo fotografías compulsivamente.

De camino he montado un cristo a las del trabajo que no tiene parangón. Ellas insistían en que fuera a la mutua, que la obligación de los porteadores era “portearme” hasta allí. Los ambulancieros no estaban demasiado por la labor, porque el accidente había sido en la vía pública y tenían instrucciones acerca de la manera de proceder bastante claras. En estas que en medio de un que sí, que no, he acabado por chillar y reinvindicar que lo último en lo que me apetecía pensar era en las disputas de la sanidad pública y la sanidad privada sobre mis exequías y que lo único que me importaba en ese momento era que me miraran la rodilla independientemente de si era en la mutua, en el hospital del mar o en el anatómico forense.

En estas que parece ser que no era tan grave el ingreso en el centro público, según pude percatarme minutos después tras una llamada y que tampoco lo era mi lesión. No tengo nada roto, pero sí muchas cosas inflamadas: la rodilla derecha, la muñeca y el hombro. Mi peor herida de guerra ha sido la pulsera del Summer que he visto con pavor como ha sido cercenada de mí por unas tijeras quirúrgicas.

TOP FIVE DE MOMENTOS HOSPITALARIOS:
Quítate los pantalones y ponte la bata. Menos mal que me depile el sábado. Ahí dejo eso jajajajaja. Por cierto la bata es de un antierótico que se te va la flepa!.
Apaga el móvil. Mi madre y Super Modelo son de un pesado incalculable. En Urgencias no les gusta que estés hablando por el móvil si te vienen a buscar para radiografiarte.
Radiografía. En posturas eroticofestivas con bata y sin pantalón. Posición boca arriba (normal); posición maja semi desnuda a la derecha (ufff); boca abajo Marilyn (reufff y qué dolor!).
Me visto o no me visto. La espera produce incertidumbre.
Contusión, vendaje compresivo.

Luego de esto, he tenido que ir a la mútua; y el taxista muy cachondo mientras le explicaba mi descenso del Everest me ha dicho que a la Asepeyo suelen ir muchos jugadores del Barça; a lo que he pensado que tal vez conocería a algún buen partido del que aprovecharme.
Nada más lejos de la realidad que ese pensamiento, pues ni jugadores del Barça, ni na. Me han vuelto a quitar los pantalones y todos los ungüentos / gasas que han encontrado y que los facultativos de la seguridad social buenamente habían aplicado (supongo que por aquello del yo sé más que tu) y me han dicho que me ponga guisantes congelados en la rodilla y repose; pero sólo 1 día. Vaya a ser que se hunda el país si la contusionada no trabaja.

Y aquí estoy, en mi convalecencia por desear cosas que no debía y contenta de no haberme matado un 28 de julio.

C.

Pd. De contusionada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Rememorando una de tus frases “con nocturnidad y alevosia” procedo:

La caída, láaaastimaaa , de que no haya documentos audiovisuales, por eso de visualizar [omito nickear el verbo] el dolor en todo su esplendor. Y como se suele decir, en el utub falta gente, jejejeeje.

En vista de que no podrás ir a Beijing, te sugiero mi nuevo deporte olímpico irascibilidad extrema nick [insertar frase de porque soy lista][recordar waw].

Dado que tu predisposición a un ataque concreto no se materializa casi de que desisto en convencerte y me reajunto [ap se siente][tirando la frase, no a la cara, sino a quien la deba captar]

Pd. Enumerar resulta pretencioso

 
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